SER O NO SER (MADRILEÑO)

Las elecciones del mes de mayo han traído con ellas numerosos comentarios sobre la capital española. Nuestro equipo de escritor fantasma ha querido recoger todas estas menciones y alusiones para repasar la figuro del madrileño en el panorama artístico, desde los ojos e poetas, escritores y pensadores.

Hace tiempo que Lope o Quevedo hablaron del “río escuálido” que surcaba la ciudad, pero el nombre de Madrid y sus habitantes ha quedado grabado en miles de textos.

Y es que Madrid empezó a ser narrada a principios del siglo XIX de la mano de Goya y luego de Larra. En literatura, y como todo, Madrid también tuvo detractores intelectuales, que la tildaron de ciudad funcionarial y gris. Unamuno, por ejemplo, aseguró que “alimentaba sus reservas de tristeza y melancolía”. Dámaso Alonso, con sus “tres millones de cadáveres según las últimas estadísticas”, pintó una ciudad que nada tiene que ver con La Movida alegre y colorida de los ochenta o de los autores vivaces como Valle Inclán, que decía que, Madrid, con su dandismo, aspiraba a convertirse en monumento. Fue él quien la definió exactamente como “ciudad absurda, brillante y hambrienta”, y no erraba demasiado el tiro.

Francisco Umbral cartografió la capital cuando despertaba del letargo franquista: “su Gran Vía huele a arroz a la cubana”, escribió con palpable aroma.

Madrid es variopinta y diversa. Bulliciosa, llena de tiendas, bares, monumentos y gentes de cualquier parte. Madrid tiene sabor añejo y sabor a nuevo, viajas de un extremo a otro sin desplazarte apenas unos metros. Madrid está, a veces, estigmatizada, pero por un motivo u otro, todos vienen y todos quieren volver, porque todos encuentran algo que gusta. Porque, pata gustos, los colores.

En cada rincón un pintor, un poeta, un bailaor, una canción, un escritor fantasma, el fantasma del ayer y el fantasma del mañana. Todo mezclado y fusionado con ilógica lógica en sus aceras, parques y plazas.

Hay un Madrid para cada década y para cada siglo, y a cuál más entrañable y original. Y los que nos quedan por vivir, descubrir y escribir. Se habla con muy diversos tonos de Madrid, a veces mejor, a veces peor. El caso es que siempre se habla.