Mientras hay vida, hay esperanza

Ha fallecido el gran Stephen Hawking y en escritor fantasma queremos dedicarle este espacio para recordar su vida.

Físico teórico, astrofísico, cosmólogo y divulgador científico británico; miembro de la Real Sociedad de Londres, de la Academia Pontificia de las Ciencias y de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos; titular de la Cátedra Lucasiana de Matemáticas de la Universidad de Cambridge; galardonado con la Orden del Imperio Británico en 1982, el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1989, la Medalla Copley en 2006, la Medalla de la Libertad en 2009 y poseedor de doce doctorados Honoris Causa.

Nació en Oxford en 1942, y a la temprana edad de veintiún años le diagnosticaron esclerosis lateral amiotrófica, pronosticándole poco después escasos años de vida. Pero él nunca se rindió y, una vez estabilizada su enfermedad, rodeado de gente que apoyaba su obra, continuó sus trabajos de investigación científica pese a que la enfermedad deterioraba cada día más sus funciones neuromusculares. Nada le impidió convertirse en todo un personaje de fama internacional, viajar, comunicarse, triunfar, casarse en dos ocasiones y tener tres hijos.

Centrándose en las leyes básicas que gobiernan el universo, mostró que la teoría general de la relatividad de Einstein implicaba que el espacio y el tiempo han de tener un principio en el big bang y un final dentro de agujeros negros. Entre algunos de sus libros de mayor difusión se destacan “Breve historia del tiempo”, “Agujeros negros y pequeños universos y otros ensayos”, “El universo en una cáscara de nuez”, y la versión de su libro homónimo “Brevísima historia del tiempo” adaptada para un público más amplio en 2005.

Hoy nos ha dejado a los 76 años, habiendo vivido cincuenta años más de la media que los médicos estimaron. Porque Stephen no era poeta, pero en escritor fantasma alabamos su arte, tu entereza y su filosofía, porque sí, mientras hay vida, hay esperanza.