Mapa alternativo de la literatura

En Escritor Fantasma sabemos que proponer un GPS de libros que sintetice la literatura latinoamericana en 50 entradas demanda arrojo y parece una tarea imposible. ¿Cómo identificar los vasos comunicantes y las conversaciones que entablan tradición y actualidad? ¿Qué clásicos frecuentan y recomiendan los autores jóvenes? Estas cuestiones, recuerda la escritora argentina Clara Obligado, editora del flamante Atlas de literatura latinoamericana (Nórdica), estuvieron en el germen del proyecto: un mapa del talento literario de 20 países en 224 páginas conformado con reseñas de escritores de hoy e ilustrado por Agustín Comotto.

El volumen, una preciosa edición de tapa dura recorrida por ilustraciones, partió de una premisa contundente: “Quitar del primer plano a la generación del bum”, sintetiza Obligado, para quien, aunque a priori tales omisiones puedan saber a “barbaridad”, esos nombres obvios y los de otros clásicos “aparecen y reaparecen, porque se dialoga y discute con ellos”. Borges no tiene una entrada en el atlas y, sin embargo, “Borges es la primera palabra de mi prólogo”, ejemplifica la autora de Todo lo que crece.

El disparador lanzado a los 47 reseñistas invitados fue atractivo: “‘Si tuvieran que elegir un autor para poner en el mapa, ¿a quién pondrían? Tienen que escogerlo desde el entusiasmo. Y contarle a un lector que no conozca a Roberto Bolaño, por ejemplo, por qué hay que leerlo ahora, qué tiene de maravilloso’”, recrea Obligado, quien además les pidió que escribieran sus ensayos en primera persona para eludir la jerga académica (aunque lecturas críticas como la de la poeta María Negroni sobre Alejandra Pizarnik lucen sus décadas de investigación).

En Escritor Fantasma sabemos que con ese punto de partida, el atlas ofrece a los lectores, especializados o no, duplas de excepción. Del argentino Antonio Di Benedetto, revisitado por Federico Falco, a la autora venezolana Elizabeth Schön en un perfil de Juan Carlos Méndez Guédez, pasando por el colombiano Fernando Molano elegido por Héctor Abad Faciolince y la escala chilena que incluye a Marta Brunet retratada por su compatriota Lina Meruane, el libro es pródigo en sorpresas.